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Matthew Perry, Chandler y la muerte de un Beatle

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Por Matías de la Maza

 

El portal TMZ acompañó la noticia con una imagen de su rostro sonriente. El titular decía: “La estrella de Friends, Matthew Perry, muere a los 54 tras presuntamente haberse ahogado”.

Todo, desde la imagen hasta el titular, dejaba la mente con demasiada información como para procesar rápidamente. Algo no hacía sentido.

Empecé un chequeo mental; primero, con la fuente. La información de TMZ es confiable. Desde el año 2009, cuando golpearon con la muerte de Michael Jackson, el sitio de farándula hollywoodense se ha transformado en el primero en dar a conocer los decesos de celebridades (¿Cómo logran llegar a esa información siempre primeros? No sé).

Chandler

Entonces, quizás algo de la imagen era lo que estaba mal. Pero no. Era, efectivamente, Matthew Perry el que sonreía en esa imagen. Y no el Matthew Perry de la última década, ya con los efectos de una vida de adicciones marcando su rostro y expresión. No, era un Perry todavía reconocible. Poco después de su prime. Era Chandler Bing.

Lo que no hacía sentido es que estuviera pasando.

No porque fuera improbable: la terrible realidad, mirada en frío, apuntó siempre a que si uno de los protagonistas de Friends tenía posibilidades de una muerte precoz, era justamente él.

Y aún así, era imposible. Como Matthew Perry, Chandler Bing, podía haber dejado de existir. Y con apenas 54 años.

Chandler

“Murió un Beatle”, dijo el editor digital de esta radio, con quien me encontraba en un matrimonio. La noticia ya se había expandido: entre los presentes, los chats, las redes sociales y el mundo.

Entendí de inmediato a qué se refería. No a una comparación ante el trabajo de Perry y el de la banda de Liverpool, así como tampoco una equivalencia entre la influencia de Friends en la comedia con la de los Beatles en la cultura popular.

A lo que se refería era a esa sensación cataclíscima por partida doble: por un lado, la partida de una figura icónica de la cultura pop. Por el otro, el final definitivo de la historia que lo catapultó a la fama.

Al fin y al cabo, los Beatles no terminaron con el quiebre del grupo en 1969. Su final real fue el asesinato de John Lennon en 1980. Y es que los Beatles podrán haber estado cerca de reunirse o no, pero el hecho ya que eso fuera imposible de materializar es lo que realmente cierra la historia y genera el luto definitivo. Con Lennon, moría una parte de la historia de millones de personas que idolatraron su banda.

La muerte de Matthew Perry es la muerte de Friends. Y eso es lo que duele. Porque la serie habrá terminado hace dos décadas. Y no, no es que fuera en algún minuto tener una secuela (que tampoco necesitaba). Pero cualquiera de sus fanáticos podía sentir que ese mundo seguía existiendo, mientras sus personajes siguieran entre nosotros. Sin Matthew Perry; sin Chandler Bing, esa historia se cierra.

El debate sobre si Friends es del gusto de todos o si se puede ubicar entre las mejores comedias de todos los tiempos puede dar para mucho. Lo que es innegable es su importancia. Porque nada genera millones de fanáticos y ese nivel de cariño intergeneracional sin ser importante.

Chandler

En el centro del éxito de Friends no está su visión idealizada de la vida en los 20s y su pensamiento mágico sobre lo que es (para los blancos heterosexuales) vivir en Manhattan con un grupo de amigos llenos de fallas, pero leal ante todo. Ni siquiera los personajes per se explican su legado. Lo que hace a Friends sostenerse hasta hoy es su elenco, elegido a la perfección, para interpretar esos papeles.

Ross y Rachel podrían haber sido simplemente unos narcisistas tóxicos si no fuera por el corazón y timing cómico que les entregaron David Schwimmer y Jennifer Aniston. Matt LeBlanc y Lisa Kudrow hicieron de Joey y Phoebe más que simples caricaturas. Una mezcla de actores desconocidos y otros que llevaban años intentando abrirse paso en al televisión generaron a algunos de los personajes más entrañables de la televisión en los últimos 30 años.

Dentro de un muy talentoso elenco, Matthew Perry era el corazón. Chandler Bing era el motor de la serie, siendo tantas veces el encargado de rematar los chistes, labor de la que no sólo se encargaba el libreto, sino que la entonación perfectamente sarcástica de Perry.

Su uso del humor como defensa ante situaciones incómodas (y la vida está llena de ellas), es lo que hizo de Chandler el personaje que más empatía generaba dentro de este sexteto. Sobre todo porque su expresión irónica venía acompañada de un personaje tremendamente humano en sus inseguridades.

Chandler, que parte como el objeto de tantas bromas al inicio de la serie, es a quien la historia le entrega las dos relaciones mejor logradas de toda la trama. Por un lado, ese tremendo testimonio a los altibajos de la amistad masculina junto a Joey, por el otro, la relación amorosa más sana de este mundo en la que forma con Monica. Porque quizás el gran logro de Friends es que en su exploración edulcorada de la amistad y el amor, logró mezclar ambos puntos en una relación de dos mejores amigos que se enamoran. Punto aparte a que Perry junto a Courtney Cox son probablemente los MVP de toda la serie, con un cariño y complicidad palpable en todas sus escenas.

Chandler

Matthew Perry fue tan sinónimo de Friends, que fue el encargado de pronunciar la última palabra de la serie. Por supuesto, un chiste. Y, obviamente, uno que intentaba distender un momento cargado emocionalmente.

Es público, tanto por entrevistas como por sus memorias, publicadas el año pasado, que lo hilarante que era el actor delante de cámaras no coincidía con su tormentosa vida personal, marcada por adicciones y una creciente soledad inducida por la fama. Su tragedia de vida, que terminó de manera tan predeciblemente precoz, aunque no por eso de forma menos dolorosa, de alguna forma resalta su talento. No deja de ser extraordinario que nunca, en casi diez años de serie, a Perry se le notara una baja en su interpretación o su entrega en la piel de Chandler.

El actor dijo en algunas de sus últimas entrevistas que no le gustaría que Friends fuera lo primero en que pensáramos cuando él no estuviera entre nosotros. Lo que, espero, haya sabido que es imposible. Porque sí, el resto de su carrera, limitada en éxito, vale la pena párrafos y análisis estos días. Pero lo que nos hizo sentir a todos que el sábado perdimos a un ser querido; a un amigo, fue Chandler Bing. Un legado que, incluso si fuera su único, es más de lo que tantos pueden decir que dejaron en este planeta.

Chandler

Su partida es el luto no sólo de un hombre, sino que de un personaje y una serie que hasta el día de hoy significa felicidad para muchos.

Que nos duela, que sintamos ese cataclismo en nuestras vidas con el titular de TMZ es sinónimo de que amamos a Friends. Amamos a Chandler Bing. Y amamos a Matthew Perry.