Entrevistas

Arquitecto Pablo Allard explica la estructura bajo tierra de Santiago en donde se perdieron temporalmente 5 menores

Impacto generó el caso de un grupo de jóvenes de entre 15 y 18 años estuvieron perdidos durante más de 3 horas en el alcantarillado del sector sur de Santiago. 5 menores entraron a los ductos subterráneos del Parque Víctor Jara en la comuna de San Joaquín, y caminaron varios kilómetros hasta que lograron salir (ayudados por bomberos) en la comuna de La Pintana.

Esta situación levantó la pregunta: ¿Qué esconde Santiago debajo de su suelo? Para conversarlo, en ‘Qué Hay De Nuevo’ tomamos contacto con Pablo Allard, decano de la facultad de Arquitectura y Arte UDD, quien considera que la situación nos llama la atención sobre ‘dónde y cómo debemos implementar nuestras infraestructuras’.

Para Allard, no se podría asegurar que el problema es la infraestructura en sí:

“Desde que existe la ciudad moderna existe un componente clave: Las infraestructura, las que están debajo de lo que conocemos como ciudad. Estas van desde colectores de aguas servidas hasta túneles de metro, autopistas urbanas, ferrocarriles y, en este caso, colectores de aguas lluvias… Estas infraestructuras, al estar bajo la superficie del suelo y tener un tamaño significativo, atraen a algunas personas que hacen caso omiso de las advertencias y se aventuran a explorar”.

Para el arquitecto, con este caso “se levantan otros temas, como mal uso de estas infraestructuras, y algo más lamentable, como las personas en situación de calle que buscan cobijo en estos lugares que no son aptos para ellos”.

Allard hizo un repaso de la historia del lugar en donde ocurrieron los hechos, convertido en un espacio público tras una obra de ingeniería civil, advierte que es necesario hacer convivir estas dos características:

“El Parque Víctor Jara entrega 40 hectáreas de áreas verdes a sectores postindustriales del sur de Santiago que antes no tenían. Este parque permite que una obra civil se convierta en una cívica. Sigue siendo infraestructura, así que hay que aprender a utilizarla”.

El arquitecto no duda en que fue casi un asunto de suerte el que los niños que protagonizaron este incidente hayan salido sanos y salvos, y hay que enfatizar el riesgo que pasaron:

“Estos chicos tuvieron una gran fortuna, porque se introdujeron por colectores de aguas lluvias y no de aguas servidas. De lo contrario, el riesgo de infección habría sido mayor. Lo bueno es que Santiago está avanzando en separar las aguas lluvias de las aguas servidas… Por otro lado, sirvió la capacidad de la red telefónica: Si no hubiesen tenido celulares, bomberos no los habría encontrado”.

Por último, asegura que hay que generar consciencia sobre espacios que no están abiertos al público por razones lógicas:

“Esto es un problema mundial: Esta tendencia de la exploración urbana, de meterse a lugares no accesibles al público para explorar. Lamentablemente, estas prácticas clandestinas, cuando son hechas por personas que no están habilitadas, pueden derivar en accidentes fatales”.