Entrevistas

Isabel Amor acusa al ministerio de la Mujer de “falta de compresión lectora y discriminación”

La salida de Isabel Amor del cargo de directora del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEG) en la Región de Los Ríos ha generado tensiones y controversias dentro del Gobierno. Amor, una conocida activista por los derechos humanos y la diversidad sexual, fue removida de su cargo dos días después de asumir, con la justificación de “pérdida de confianza”.

La situación se complica por el historial familiar de Amor, cuyo padre, Manuel Antonio Amor Lillo, fue condenado por la Corte Suprema como cómplice en un secuestro durante la dictadura de Pinochet. Este hecho ha influido en la decisión de su destitución, aunque las razones oficiales mencionan omisiones y comentarios desafortunados de Amor sobre la condena de su padre. Amor Alfaro ha criticado duramente el comunicado oficial del SernamEG y ha expresado su indignación en redes sociales, cuestionando la verdadera razón detrás de su destitución. También teme que este incidente afecte sus oportunidades laborales futuras en el sector público.

En entrevistas con ‘Qué hay de nuevo’, conversamos con la exdirectora del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género en la Región de Los Ríos, Isabel Amor, para conocer su versión de los hechos.

Para comenzar, Amor indicó que este caso la tiene “muy afectada”, puesto que “es una cuestión horrorosa para mí y para mi la familia”.

Por cómo comenzó esta polémica, explicó que “hay un borrador de una entrevista que di hace tres meses, donde hablo de ser defensora de los Derechos Humanos. Cuando me preguntan si es que le creo a mi padre, yo respondo que sí, ya que lo que dice la justicia y él es exactamente lo mismo. Creo que acá el problema es de lectura, no quiero ser ordinaria con nadie, ni maltratar a personas, pero acá las personas no leyeron bien”. 

Tras esto, aclaró que en esa conversación “yo nunca dije nada sobre lo que era para mi ser hija de una persona que estuviera condenada, por lo tanto, cuando Priscilla Carrasco me escogió para el cargo, le comenté que tenía un padre condenado por Derechos Humanos y al mismo tiempo una entrevista que aún no he visto sobre esto”, agregando que “le pedí a mi jefatura que le diera el visto bueno a las partes que podrían ser perjudiciales para el servicio. La Priscilla Carrasco me dijo que lo conversáramos y posteriormente me despidió (…) esto ha sido feroz para mis hermanos y para mi padre, todo esto se lo dije desde un principio. Confié en ella y en su equipo y eso derivó en que me echó a los dos días”.

En relación a esto último, aseguró que en este suceso “es ponerme peso y mucha responsabilidad con algo que no he hecho y no comparto (…) creo que es evidente que la ministra no puede salir diciendo que esto es una persecución política, porque se pasaría de pava. Es cosa de ver los hechos para entender que esto sí lo es, además de discriminación y una arbitrariedad gigantesca que se podría haber manejado de una manera distinta. Creyeron que me podían poner la pata encima y que no iba a pasar nada”.

Luego de conocer todo lo acontecido, informó que “recibí un mensaje del sobrino nieto de Corvalán (caso de su padre), lamentando la situación que estoy pasando y mandándome todo su cariño y eso para mi significa muchísimo. Acá se tiene que hacer justicia y posiblemente hay gente que tiene que pagar con su cargo por poner al gobierno en esta situación de autogol absolutamente gratuita”.

Pese a señalar que “votó por este gobierno”, actualmente “esto se está prestando para malos resultados”, sosteniendo firmemente que “el Estado se está comportando de una manera que no está a la altura del estándar internacional, porque esto es algo que ni la ministra Orellana y Carrasco manejan, ya que saben de feminismo, pero no de Derechos Humanos”.

Para culminar, puntualizó que “estoy considerando todas las medidas que sean posibles. Esto es inaceptable, me pasa a mi que tengo algo de peso por mi trabajo y le debe pasar a más personas”.