En Más que un Pitch, conversamos con Gaelle Duret y Paulina Etcheberry, fundadores de Tessa, marca de cosméticos naturales que combina la ciencia y la naturaleza. Sus productos están formulados para ser aptos para pieles sensibles y buscan potenciar los beneficios de cada materia prima.
Consultadas por cómo surge la idea de emprender con un producto tan innovador como esté, Gaelle compartió que “solía tener la piel extremadamente sensible, lo que hacía que cualquier producto que aplicara empeorara mi condición. Cada visita al dermatólogo terminaba en la recomendación de cremas costosas, pero mi piel seguía reaccionando mal, dejándome con la sensación de que nada funcionaba. Fue entonces cuando empecé a investigar más a fondo y decidí probar productos orgánicos de Estados Unidos, libres de preservantes y químicos agresivos. Fue un cambio revelador: descubrí que el problema no era mi piel, sino ciertos ingredientes que afectaban a las pieles reactivas. Esto me hizo reflexionar sobre cuántas personas en Chile también lidian con sensibilidad cutánea y lo difícil que puede ser encontrar soluciones adecuadas”.
Sin embargo, antes de emprender con Tessa, investigaron el mercado y decidieron comenzar con otro negocio que no llegó a concretarse: “Nos conocemos desde hace años gracias a nuestros maridos. En ese tiempo, mi hermana menor vivía en Estados Unidos, y solía comentarle: “Mira allá en Estados Unidos, ¿qué negocio interesante podríamos replicar aquí?”. Comencé a explorar ideas junto con otra de mis hermanas, aunque no tenía experiencia en alimentos orgánicos ni nada parecido. Fue entonces cuando pensé: “¿Por qué no llamamos a Gael, que tiene mucho conocimiento en este tema?”. Así fue como empezamos, inicialmente pensando en un proyecto relacionado con comida”.
Luego de que este proyecto culinario no tuviera éxito, toman la acertada decisión de desarrollar productos cosméticos, pero con la particularidad de que son orgánicos, algo que era muy diferenciador del mercado: “Inicialmente queríamos lanzar un protector solar con factor físico, algo más natural que ofreciera una experiencia real para el usuario. Nuestra meta no era solo vender un producto, sino crear algo que la gente quisiera usar y volver a comprar, porque no sirve de nada si lo adquieren una vez y no lo recompran. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de las dificultades que implicaba este desarrollo. Por eso, empezamos a explorar otras opciones, y aunque el protector solar sigue siendo un proyecto pendiente, aún no hemos logrado concretarlo (…) Finalmente, comenzamos con nuestro primer producto: el Beauty Oil, una mezcla de aceites 100% naturales”.
En relación a en qué consiste un aceite esencial, explicaron que esto “es más bien una esencia, un concentrado obtenido de la flor, hoja o rama de una planta a través de un proceso de destilación con alambique. Este proceso extrae lo más puro de la planta, en pequeñas gotas que son altamente concentradas y, por lo tanto, costosas. Por ejemplo, un frasco de 5 ml de aceite esencial de rosa, que utilizamos, puede costar entre 300 y 400 euros debido a su pureza y nivel de concentración”.
Desde sus inicios, pese a no tener una gran cantidad de ventas, para Duret y Etcheberry esto estaba siendo un éxito: “Desde el primer momento, sentimos que nos estaba yendo increíble, incluso si al inicio vendíamos solo tres productos al día. Cada compra era importante y tenía un impacto significativo. Desde el primer día, notamos que a la gente le encantaban los productos, que realmente eran algo especial. Ha sido una experiencia muy positiva, con un crecimiento constante y sostenido a lo largo del tiempo”.
Tras esto último, explicaron cómo lograban vender sus productos: “Comenzamos con un grupo de 10 consultoras, a las que capacitamos extensamente. Ellas empezaron a vender en su círculo cercano, lo que nos ayudó a dar a conocer la marca poco a poco. También participamos en ferias, lo que se convirtió en una forma clave de promoción. Con el tiempo, fuimos entrando gradualmente en el retail, lo que amplió aún más nuestra visibilidad”.
Para culminar, señalaron el motivo del nombre de la marca: “El nombre Tessa nos gustaba porque representaba a una mujer activa, preocupada por su bienestar, tanto en lo que come como en lo que aplica en su piel. Sin embargo, no tenía un significado profundo detrás, y aunque hubiera sido ideal contar con una historia, lo importante era la conexión con nuestra visión. A lo largo del camino, cometimos muchos errores en este sueño emprendedor. Por ejemplo, empezamos con un estuche de craft sin barniz, que se ensuciaba fácilmente al tocarlo, lo cual fue una lección importante en términos de diseño y funcionalidad. Desde que comenzamos, hemos fabricado casi 400,000 productos. Innovar ha sido un desafío, ya que crear algo realmente diferente resulta complicado. A pesar de que tenemos ideas muy innovadoras para nuevos productos, a veces nos cuesta materializarlas”.
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