Jorge Prieto, creador de Kanka: “Soy muy malo para el asado. Un desastre como parrillero”
23 de Diciembre de 2024 benjaminperez
En Más que un Pitch, conversamos con Jorge Prieto, creador de Kanka, un moderno sistema que permite asar carnes y alimentos girando “a la espada” (al spiedo) y asegurar un resultado óptimo en cada preparación.
Para comenzar, Prieto compartió una divertida anécdota de cómo surgió este proyecto: “Soy pésimo para el asado. Me encanta parrillar, pero como parrillero, un desastre total. La preparación de la carne no es lo mío, siempre llueven los reclamos del público. Por eso, tenía que buscar una solución. Así comenzó todo: la búsqueda de un método más científico y metódico para preparar la carne y no arruinarla”.
En esa búsqueda y ante la negativa de resultados, Prieto decide crear su propio producto: “Había muchos métodos disponibles, de todo tipo. Pero yo buscaba algo transportable, algo que pudiera llevar en el auto, a la playa, o a cualquier lugar. No encontré nada que cumpliera con lo que necesitaba. Como me gustan los fierros y crear cosas, decidí empezar mi propia búsqueda e inventar algo por mi cuenta (…) Comencé a trabajar en este producto en una oficina en Vitacura, rodeado de amigos emprendedores. Todos los días almorzábamos pollo, la carne más barata, y entre prueba y error ajustábamos el diseño. Cambiábamos una cosa, luego otra, hasta que finalmente logramos crear algo que empezaba a parecerse a un producto real”.
Tras moldear el producto final, decide probarlo en una junta de amigos del colegio, lo que fue un éxito y le mostró que esto podía tener una ventana para la venta: “Un día llevé la parrilla a una junta semanal con mis compañeros del colegio, el clásico tercer tiempo. La armé sobre la mesa donde estábamos los 10, y todos la miraron curiosos: ‘Está bonita, sí, es una parrilla’. Cuando la puse a funcionar y comenzó a girar con el motor, todos quedaron impresionados. Incluso, alguien de otra mesa se acercó y me preguntó: ‘¿Dónde la compraste? Yo quiero una’. En ese momento, pasó de ser algo personal y entretenido a una idea que podía vender, regalar o quizás convertir en algo más grande”.
En ese sentido, una amistad lo empezó a catapultar a la fama: “Me hice amigo de Juan Pablo Swett, y gracias a él logré vender 100 parrillas, quedándome sin stock. El impacto fue tan grande que incluso llegó Chilevisión a hacer un reportaje. Nunca había dimensionado el poder de los medios hasta ese momento: recibí 12 mil correos y colapsé. Yo, que no vengo del mundo de los negocios ni sabía cómo proyectar ventas o manejar las finanzas, simplemente puse todo lo que tenía. Fue entonces cuando, literalmente, llegó gente a ayudarme a salir adelante”.
En medio de esa ayuda, Prieto capacitó a los maestros para que, en su ausencia, no surgieran imprevistos con las entregas de las parrillas. Sin embargo, debido a la complejidad del desarrollo, los técnicos idearon una forma más sencilla de llevar a cabo la producción, pero el resultado no fue el esperado: “La gente me decía que el proyecto tenía mucho potencial y que era hora de externalizar la producción. Empezamos en Chile, trabajando con los maestros de siempre, en una querida maestranza de Puente Alto. Fui a capacitarlos, mostrándoles cada paso del proceso, desde el ensamblaje hasta los detalles como las tapas internas negras del tubo del motor, que requieren una prensa de 2000 kilos para quedar fijas. Sin embargo, de las primeras 100 parrillas que produjeron sin mi supervisión directa, varias fallaron. En plena Navidad, los días 24 y 25 de diciembre, recibí muchas llamadas de clientes con problemas: la parrilla se detenía mientras tenían toda la carne lista para asar con la familia. Fue una responsabilidad enorme, y aunque mi señora no estaba muy contenta, tuve que salir personalmente a solucionar cada caso”.
Pese a las complejidades que se produjeron, el proyecto tenía mucho potencial, por lo que los interesados en la marca no tardaron en llegar: “A partir de ahí, la producción en Chile comenzó a tomar fuerza. Fue entonces cuando apareció un personaje mitológico a través de Facebook, diciendo ‘quiero comprar Kanka, nos juntamos a parrillar’. Nos encontramos, y al cabo de dos meses ya había vendido el 80% del negocio a estas personas, con un acuerdo para transferir toda la información por dos años. Después de ese tiempo, terminé vendiendo el último 20%. Quedé completamente fuera del negocio, y ellos siguieron adelante con el producto”.
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