Fundadores de La Pizka: “La calidad del producto nunca debe quebrantar y eso creo que eso ha sido parte del éxito que hemos tenido”
En Más que un Pitch, conversamos con Diego Taggaret y Diego García, fundadores de La Pizka, marca chilena de coctelería congelada que produce pisco sour y otros cócteles naturales.
Consultados por cómo surgió el emprendimiento, indicaron que “La Pizca nació en un momento crucial de mi vida junto a Catalina, mi señora. Por ocho años tuvimos una empresa llamada Tiento, dedicada a la comida preparada. Elaborábamos sándwiches para supermercados y estaciones de servicio, además de ofrecer productos gourmet como lasañas y aperitivos en nuestras tiendas de Santiago. Fuimos pioneros en introducir la técnica del sellado al vacío para comida lista para llevar, no industrial. Sin embargo, tras enfrentar un conflicto societario, decidimos dejar la empresa, quedándonos sin trabajo y con tres hijos que mantener. Fue una etapa desafiante, pero de esa adversidad surgieron pequeñas e inspiradoras ideas. Así nació La Pizka, gracias también al apoyo de personas clave como Diego, quien se unió desde el principio y con quien formamos una gran sociedad. Este proyecto nos demostró que, incluso tras momentos críticos, es posible reinventarse, crecer y crear cosas emocionantes”.
Tras esto, continuó: “Después de eso, la Cata, mi señora, decidió ponerse manos a la obra para generar ingresos. Su idea fue simple pero efectiva: hacer pisco sour y venderlo por Instagram. Lo inició como un proyecto sin grandes aspiraciones, pero con mucha dedicación. Así nació La Pizka, con una receta que comenzó de manera modesta, como muchos emprendimientos: primero vendiendo a amigos, puerta a puerta, y luego ampliando el alcance en redes sociales. Desde el principio se llamó La Pizka, aunque en sus inicios todo era muy básico. Las etiquetas eran impresas en casa, con una sencilla etiqueta azul, porque la realidad era que no teníamos recursos para algo más elaborado. Fue un comienzo humilde, pero lleno de ganas”.
Luego de estabilizar el emprendimiento, se cruzan y deciden formalizar el negocio, pero uniendo el emprendimiento de cada uno: “Con el tiempo, comenzamos a profesionalizar el proyecto. Fuimos en busca del mejor pisco, trabajamos en crear una receta única y nos sumergimos en un proyecto junto a Diego, que resultó ser muy entretenido. La idea comenzó a tomar forma y, a medida que crecía, decidí crear una página web. Fue en ese proceso cuando, de manera casi casual, la vida nos cruzó con Diego en un momento inesperado, mientras él llevaba adelante su emprendimiento de Humus. Esa conexión fue clave para lo que vendría después, y juntos comenzamos a dar pasos firmes en este camino emprendedor. Nuestra unión comenzó con un arriendo de bodega, pero con la condición de que yo me encargara de manejar sus redes sociales”.
Diego, antes de ingresar al proyecto, ya había analizado cómo se manejaba La Pizka: “En ese momento, Diego estaba en unos 5 o 6 puntos de venta, mientras que yo ya estaba en 50. Lo curioso es que La Pizka vendía lo mismo que yo, en los mismos puntos de venta, los mismos en los que él tenía presencia. Fue un momento de asombro: ¡wow! Producto de calidad, interesante. Poco a poco, fuimos acercándonos hasta que un día Diego me dijo: “¿Sabes qué? Ya he hablado lo suficiente con mi señora, y estamos dispuestos a ofrecerte entrar a La Pizka, a cambio de la mitad de tu emprendimiento.” Entonces, dividimos la empresa a la mitad: él se encargó de la venta y el marketing, yo de la producción, y así comenzamos a avanzar juntos”.
En relación a cómo fueron las ventas iniciales, comentaron que “cuando nos unimos, te diría que cada emprendimiento vendía entre 10 y 12 millones, sumando un total de 22 millones. Recuerdo que en un septiembre dijimos: “Tenemos que armar un stock”, y fuimos a preparar, no sé si eran horizontales de 500 litros, pero estábamos contentos de haberlo vendido. Hoy en día, producimos aproximadamente 1.200.000 litros de cócteles al año”.
En ese sentido, destacaron que una de las principales cualidades de su productos es seguir con las mismas convicciones del inicio: “Lo que nunca hemos perdido, y creo que es clave para el éxito de los emprendimientos, es no olvidar de dónde nacimos. Siempre hemos mantenido una mentalidad de empresa pequeña, en cierto sentido. Seguimos enfocándonos en el producto al 100%, asegurándonos de que la receta no cambie y que los insumos sean intransigibles. La calidad del producto nunca debe quebrantar, esa es nuestra regla principal. Creo que eso ha sido parte del éxito que hemos tenido: siempre pensar en el consumidor y ofrecerle el mejor producto posible”.
Tras pasar un buen tiempo vendiendo por el mercado en línea, deciden expandir el negocio y buscar la manera de entrar a un comercio grande como lo es el retail, específicamente en los supermercados: “Teníamos página web, y mientras las ventas en e-commerce iban creciendo, también comenzaban a buscar nuestro producto en los puntos de venta donde estábamos. Las ventas empezaron a aumentar y el mercado se fue concientizando de la existencia de este producto que estaba funcionando bien. Así, empezamos a tener más botellerías, más almacenes, más pescaderías, más carnicerías, y nuestra presencia en puntos de venta creció significativamente. Diría que esa fue nuestra primera gran explosión, allá por el año 2018 (…) Con el tiempo, seguimos insistiendo incansablemente para lograr ingresar a Jumbo. Finalmente, nos citan a una reunión y conseguimos colocar un congelador en tres tiendas Jumbo, pero con una condición: si no vendíamos lo equivalente a un congelador completo en el primer mes, debíamos retirar el producto. Por suerte, ese mes de ventas fue diciembre, el mes más fuerte del año en el retail. No vendimos uno, ni dos, sino tres congeladores por sala. Y hoy, tres o cuatro años después, somos la marca que más vende en Jumbo”.
Para culminar, comentó cómo la pandemia, en vez de afectar al negocio, lo potenció: “Creo que ahí también entra en juego una cuota de suerte que te da la vida, aunque, a veces, sea contraproducente. La pandemia golpeó duramente a muchos emprendedores y borró proyectos que venían funcionando muy bien, desde pequeños emprendimientos hasta grandes industrias. Sin embargo, para nosotros fue una bendición. La gente, al no poder salir, comenzó a comprar para sus casas y a usar plataformas de e-commerce, todo para llevar. Eso nos dio una excelente oportunidad de posicionamiento, ya que muchos pensaron: “El sour que siempre tomo los fines de semana en el restaurante, ahora que no puedo ir, quiero seguir tomándolo, pero no quiero comprar cualquiera, quiero uno bueno.” Y ahí fue donde nos pilló bien parados, porque ya estábamos posicionados en lugares donde la gente podía conseguir nuestro producto”.
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